martes, 28 de junio de 2011

De la Fantasía a la Realidad

El abuelo de mi amigo David´E tenía la costumbre de recoger todos los trozos o trocitos de cuerda que se encontraba por la calle. Los metía en su bolsillo y, al llegar a casa, lejos de la vista de su hija, sacaba su caja mágica de zapatos, que guardaba debajo de la cama, y los ataba a los que ya tenía. Así vino haciendo durante años, escondiéndose de las miradas familiares para hacer su gran tesoro.
Antes de morir pidió que le enterraran en chandal y le pusieran su tesoro mágico entre las manos. Pero se le olvidó pedir que dejasen un extremo fuera de la lápida.
Nunca pudo subir, pero eso no quitó para que pudiese, durante toda una eternidad, hacer sus ejercicios diarios y dar sus largos paseos.